Torre Casellas, una isla de biodiversidad entre las huertas zaragozanas

24-11-2017

 

El sábado 24 de noviembre varios componentes del Grupo de Botánica acudimos a la finca de nuestro compañero y amigo Henri Bourrut. Se trataba de conocer su finca sobre la que ANSAR pretende hacer una labor de Custodia del Territorio.

Henri Bourrut compró esta torre (finca tradicional de explotación agrícola) de 3500 m2 hace más de treinta años y se instaló en ella con la pretensión de hacer una isla de biodiversidad entre las huertas de Zaragoza. Ha trabajado muy duro, restauró a fondo la vivienda, que se encontraba muy deteriorada, y sus dependencias, almacenes, cuadras, gallineros… y fue haciéndose con las especies animales de granja que tiempo atrás se podían encontrar en las torres del valle medio del Ebro: burros, gallinas, cabras, ocas, pavos, cerdos… Torre Casellas, en Montañana (Zaragoza), recobró de nuevo la vida que tuvo antaño.

Reunió diferentes objetos utilizados en las tareas agrícolas así como elementos de tiro con los que creó un Museo de Aperos de Labranza.   Y no descuidó la parte vegetal, plantó numerosos árboles, sobre todo frutales, como ciruelos, membrilleros, granados, avellanos, melocotoneros, manzanos, perales, caquis… También planto un grupo de cipreses comunes para que sirvieran como cortavientos. Paralelamente a la acequia que transcurre por la parte posterior del terreno, planto álamos para formar un soto y con el tiempo, de forma espontánea, han ido creciendo nogales, laureles, palmito, chopos, madreselvas, hiedra y zarzamoras, quizás procedentes de semillas que viajan en el agua de riego. Para marcar el límite de su finca con la de un vecino plantó también aligustres para formar un seto y en esa zona fueron creciendo algún nogal, fresno, olmo, olivo, pino piñonero… y hasta un arce que fue plantado hace muchos años cuando estuvo ubicado allí el vivero de ANSAR.

Los árboles del soto junto con los frutales y los que forman el seto, con el paso de los años han conseguido reunir una gran diversidad biológica, pudiéndose contemplar pájaros como el autillo, la oropéndola, el pico picapinos, pito real, carbonero, herrerillo, jilguero, pájaro moscón, ruiseñor común, mirlo… Al otro lado del seto, hay un terreno que el dueño del mismo no cultivaba, por eso Henri llegó a un acuerdo con él para transformarlo en un prado de siega y aprovechar la hierba cortada como alimento de los animales y así impedir que llene de maleza.

Ansar, mediante la figura de Custodia del Territorio, colaborará en la determinación de las distintas especies de plantas arvenses, tanto de este praderío como del resto de la finca.

Después, Henri nos llevó a conocer una finca próxima dedicada a la agricultura ecológica, Eco-Zara, en la que se cultivan productos de huerta y en la que él colabora como voluntario, entre otras tareas ara el terreno con sus burros. En esta finca de casi 6 Ha, una de ellas no se cultiva para que prolifere la biodiversidad, y crearon una charca de aproximadamente 1 Ha para que puedan beneficiarse de ella los anfibios y reptiles. En esta zona han observado la existencia de tejones, y liebres, crían los abejarucos en un talud y se ve alcaraván y cogujadas.

Como abono utilizan únicamente estiércol, en parte proporcionado por Henri, y para el riego, que es por goteo, emplean agua de pozo. Poseen además cuatro invernaderos en el que cultivan tomates, cebollas y otras hortalizas.  Venden sus productos directamente al público que se acerca hasta la finca y también en el mercado ecológico de Zaragoza que se celebra los sábados de todas las semanas.

Para finalizar nuestra visita nos dirigimos de nuevo a la torre de Henri, en la que al amor de la lumbre de una gran chimenea con sus cadieras, almorzamos en buena compañía y agradable conversación.

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