¿LA ELIMINACIÓN DE LA VEGETACIÓN Y LOS DRAGADOS SOLUCIONARÁN LOS PROBLEMAS DEL EBRO?

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El pasado 21 de noviembre, las Cortes de Aragón aprobaban una proposición no de ley (PNL) del PP –con la totalidad de votos favorables de la Cámara, salvo la única abstención de IU– cuyo texto plantea trasladar al Gobierno de España y a la Confederación Hidrográfica del Ebro la aprobación de eliminar y retirar sedimentos y vegetación del cauce, el dragado en zonas puntuales y el mantenimiento de la sección de desagüe ya que son medidas eficaces para reducir los riesgos de inundación. Y todo ello, señalaban en la exposición de motivos recogidos por algunos medios de comunicación, “con el respaldo de la comunidad científica”, aspecto que no se corresponde con la realidad como examinaremos a continuación.

En primer lugar queremos resaltar que los sectores ecologistas, jamás nos hemos negado a los dragados en zonas muy puntuales, cuando se ve afectada la seguridad de las poblaciones, aún a sabiendas de que sería necesario estudiar las causas de dicho riesgo e inseguridad para no tener que invertir presupuestos para unas extracciones que será necesario repetir cada año. Por ello, aunque ya es un avance, que nuestros representantes políticos no hablen de dragados sistemáticos sino de dragados puntuales, nos sorprende el resto de medidas aprobadas en la PNL por el conjunto de los grupos políticos, a excepción de IU.

La comunidad científica, tal como viene reflejado en los trabajos elaborados por los expertos Francisco Pellicer y Alfredo Ollero, profesores e investigadores de la Universidad de Zaragoza y referentes en la materia a nivel internacional, explican algunas de las razones por las que la población ha aumentado su exposición al riesgo. Pellicer, publicó hace unos meses su artículo “Dinámica natural y ocupación del suelo en la llanura de inundación del Ebro en Zaragoza”, compilado en el Libro “Sequía e inundación como fenómenos hidrológicos extremos”, coordinado por el catedrático de derecho Antonio Embid. El estudio se centra en la ocupación de la llanura de inundación del Ebro por explotaciones agrícolas, instalaciones ganaderas y suelos urbanos, en el tramo Alagón-Zaragoza, en una superficie de 27 km de largo y una anchura media de 2,5 km, es decir 6.750 ha, ocupación que es muy ilustrativa ya que es algo habitual en el resto de la cuenca en su tramo medio. Esta realidad puede visualizarse en el excelente vídeo colgado en la web del proyecto Ebro Resilience el 22 de noviembre y la presentación que realizó el Comisario de Aguas de la CHE en la Conferencia Europea de Innovación y Agua, recientemente celebrada en Zaragoza. Ver vídeo en Youtube

Tal como expresa el profesor Pellicer, entre 1930 y 2018 y a pesar de los embalses y motas construidas, se han registrado 30 avenidas extraordinarias. Es decir, una cada menos de tres años, 9 de ellas de más de 3000 m³/seg. Hechos que posiblemente aumenten en el futuro por los efectos del cambio climático.

Observando fotografías aéreas de 1927 y comparando con ortofotos de 2015, resalta un hecho importante: el 40% de cauces y riberas que había en el año 1957 ha sido invadido por tierras de cultivo, un fenómeno acreditado por la cartografía para la delimitación del Dominio Público Hidráulico que señala que más del 44 % del mismo aparece ocupado por fincas agrícolas. Llama la atención que el puro dato objetivo difiera tan manifiesta y rotundamente de la información aparecida en algunos medios, según la cual, en 50 años, el 40 % del cauce ha sido obstruido y cegado por gravas y maleza, cuando en realidad se ha debido a la ocupación del mismo por campos agrícolas.

A ello hay que añadir, en el tramo de estudio, que buena parte de los sotos de ribera de Alagón, Sobradiel, Torres, Alfocea y Ferreruelas fueron talados a mitad del siglo pasado para transformarlos en terrenos agrícolas, posteriormente se realizaron motas para defender dichos cultivos de las avenidas, lo que ha llevado, como señala el vídeo mencionado, a que si en otro tiempo el río disponía de 800 metros de llanura de inundación para los momentos de avenidas, ahora esta se haya reducido a 150 m, lo cual implica además de la desnaturalización del cauce, con la consiguiente pérdida de servicios ecosistémicos, al aumento del riesgo de las actividades económicas situadas en la llanura de inundación. La consecuencia es que, en estos momentos, han desaparecido muchos de los sotos de ribera, reducidos en la mayoría de los casos a una simple hilera de árboles y se ha aumentado el riesgo de las poblaciones.

Por otro lado, en cuanto a las gravas de las que tanto se habla, en el reducido espacio de flechas y playas de cantos rodados, argumenta Pellicer, sí que ha aumentado la presencia de vegetación, y aclara que ello es debido a la modificación de las crecidas ( están más controladas y con menos capacidad de arrastre) y al hecho de que el agua baja con exceso de nutrientes como resultado de la fuerte fertilización de los campos agrícolas. Antes de la construcción de embalses, se registraban varias avenidas ordinarias al año que arrastraban la incipiente vegetación que crecía en las graveras de la parte convexa de los meandros. Por otro lado, lo natural era que las gravas que arrastra el río en cada crecida se extendieran por las orillas, es decir por su llanura de inundación, ahora las motas lo impiden y este estrechamiento hace que se retengan los sedimentos en el interior del cauce y se colonicen con vegetación.

Es cierto que la CHE ha desarrollado cauces de alivio, rebaje de motas y espacios de inundación controlada, aspectos que consideramos son un avance importante, pero ponemos en duda las practicas denominadas “curage”. Dichas actuaciones consistentes en la apertura de pasillos en la vegetación, originan un impacto importante, sobre todo cuando se aplican en pequeños sotos como los de Sobradiel, sin que dicha intervención mejore la seguridad de las poblaciones cercanas. Ni siquiera en ciertos departamentos de la DGA se ve con buenos ojos la apertura de pasillos en sotos con denominación LIC (Lugares de importancia comunitaria, asociados a la Red Natura 2000), donde el Gobierno de Aragón tiene competencias.

En el término municipal de Zaragoza con 76 km de orillas, 38 en cada margen, nos encontramos con 600 ha en 22 sotos, algunos que sólo constituyen pequeñas manchas verdes y otros más amplios como el existente en las 120 ha del Galacho de Juslibol. En unos espacios semidesérticos como son los del valle medio del Ebro, estos bosques de ribera habría que preservarlos para que pudieran seguir proporcionándonos múltiples beneficios a la población, además de la riqueza de biodiversidad que en si mismos albergan.

Para el profesor Ollero, los sotos nos aportan múltiples beneficios dado que contribuyen a frenar la velocidad de las aguas laminando picos de avenidas, además de desempeñar el papel de purificador del exceso de nutrientes y de contaminantes.

Hoy los ríos europeos, y el Ebro en particular, nos indica Ollero, sufren de manera generalizada un fenómeno de incisión, que hace que el fondo se encuentre bastante por debajo del nivel de hace unas décadas. Dicha incisión y excavación del lecho del río, como se ejemplifica en el vídeo anteriormente mencionado, hace que se desplomen las motas. Sectores del poder judicial interpretan esta situación como una falta de mantenimiento de la CHE que obliga a rehacerlas continuamente con inversiones de cientos de millones por parte del Gobierno de Aragón y de la CHE, sólo en la última década, dinero que podría haberse utilizado en la búsqueda de soluciones definitivas.

Como hemos venido comentando, la exposición al riesgo actual viene determinada por las actuaciones humanas realizadas en el cauce y su llanura de inundación por lo que dragar no es la solución. Tal como declaró el Comisario de Aguas el pasado 5 de diciembre, dragar un metro en el lecho supondría sólo disminuir unos 5 cm en la lámina de agua de una avenida extraordinaria, confirmando los datos que el profesor de hidrogeología José Ángel Sánchez aportó en sesiones publicas de Geoforo.

Es más, el Comisario de Aguas René Gomez, en la exposición de la Conferencia que sobre el Agua tuvo lugar en Zaragoza ante más de 200 personas, fue explicito y contundente: Hay que abandonar los modelos con los que se ha actuado hasta ahora para mitigar las inundaciones: Las restituciones que se han realizado solo son coyunturales y sirven para muy pocos años

¿Como habría que actuar?.

Una primera alternativa pasa por construir más pantanos tal como defienden asiduamente el Sr. Lambán, el Sr. Olona como consejero de Agricultura y el Sr. César Trillo en nombre de las Comunidades de Regantes. Históricamente los embalses han servido para almacenar agua para abastecimiento y riego durante las estaciones secas y también para regular avenidas. Por ello, los embalses siempre se han declarado de interés general y la mayor parte de los costes se asumen con fondos públicos. Como señalan Fito Jiménez y Charo Brinquis hemos batido todos los records en España a nivel mundial (1.200 grandes presas con 56.000 hm3). Han aportado soluciones ,a costa de una población obligada a emigrar, pero en el momento actual hacer nuevos embalses, lejos de ser una solución, es una parte del problema. Suponen un grave deterioro para los ríos, pero además ya no quedan lugares apropiados para construirlos, no hay agua suficiente para llenarlos, la mayoría de las concesiones son para grandes comunidades de regantes y se han abierto las puertas para hacer negocio con el agua. Estamos asistiendo al nacimiento de una nueva clase: los aguatenientes donde grandes comunidades de regantes, en las que las explotaciones familiares cada vez pintan menos, tienen enormes concesiones de agua muy difíciles de revertir. Una agricultura familiar casi desaparecida por los efectos de la globalización y la competencia ruinosa de los bajos precios agrícolas.

La Ley de Evaluación Ambiental de 2013 consolida esos cambios, facilitando la compraventa de agua pública entre usuarios situados en distintas demarcaciones hidrográficas, como es el caso del trasvase Tajo -Segura

Una segunda alternativa es generar mayor sección hidráulica. En algunos lugares la CHE ha retranqueado motas para devolver espacio al río, aspecto que se podría extender a más lugares a través de la compra de terrenos colindantes al río así como hacer funcionales brazos de galachos en los espacios públicos como el de la Reserva de La Alfranca en su orilla derecha. Estas medidas evitarían inversiones inútiles cada año y paliarían el riesgo de las poblaciones ante las inundaciones que se van a seguir produciendo como un hecho natural del río.

Una tercera alternativa es evitar construir en zonas de inundación del río o establecer infraestructuras en su cauce. En Zaragoza tenemos desafortunados ejemplos. Además de la construcción del azud y los dragados que se realizaron para una navegación insostenible y de un Pabellón Puente inadecuado que tantos problemas ambientales y de seguridad ocasionan, se está construyendo en Plaza Europa junto al Ebro, en espacio de inundación del río, un edificio de 20 alturas y 4 de sótanos lo que ha obligado durante 6 meses a bombear día y noche agua del freático para permitir las cimentaciones. Edificio, con el que además se perderá un bien inmaterial: la visión secular que nuestros antepasados han tenido desde el Puente de Piedra, con el sol poniéndose sobre el Moncayo en los meses otoñales.

En definitiva, la proposición no de ley que se acaba de aprobar no viene respaldada por la comunidad científica, ni tampoco responde a las recomendaciones de la Directiva Marco del Agua, revalidada semanas pasadas en Europa. Tampoco respeta la ponencia de inundaciones, que por unanimidad se aprobó en la pasada legislatura después de dos años de trabajo de la comisión y que al poco tiempo la invalidó el Sr. Olona y que como aspecto relevante, señala el aumentar la sección de desagüe, como verdadera asignatura pendiente para disminuir los efectos de las inundaciones.

Es necesario por tanto, huir de clientelismos fáciles y tal como plantea el proyecto Ebro Ressilience, reconstruir consensos en base a soluciones que tengan en cuenta el funcionamiento del río para que puedan ser duraderas en el tiempo

Mariano Mérida. Asociación Naturalista de Aragón