Jornada de iniciación y conocimiento del burro

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La JORNADA DE INICIACIÓN Y CONOCIMIENTO DEL BURRO se realizó el pasado 1 de marzo.

 

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Apuntes para una jornada de iniciación y conocimiento del burro

“Tener un burro, cuidarlo y disfrutarlo”. Redactado por el socio Henri Bourrut Lacouture, criador de burros en Montañana (Zaragoza). Enero de 2014

 Introducción

Después de muchos siglos de abnegada labor, el burro ha dejado de ser fuerza motriz en los países mecanizados y se está convirtiendo en mascota y animal de compañía. Tener un burro, cuidarlo y disfrutarlo no es complicado pero requiere conocer al animal y sus necesidades básicas. El burro es un animal inteligente y sociable que puede padecer dolencias muy humanas como son el estrés o la obesidad. Uno de los errores más frecuentes es tener un único burro y tenerlo arrinconado, con largos periodos de soledad. El burro suele tener un amigo (o amiga) formando sólidas y duraderas relaciones. En su defecto, un burro puede convivir con perros, ovejas, cabras, caballos, vacas, etc. En el “Donkey Sanctuary” del Reino Unido, un burro siempre es atendido en la clínica junto con su “amigo” del que no se le separa. Un burro solitario puede deprimirse perdiendo su natural alegría y salud.

El burro es un animal sobrio, oriundo de zonas semi desérticas en los que la vegetación es pobre. Su cría en la Europa húmeda con ricos pastos requiere controlar su alimentación. El ambiente mediterráneo le conviene perfectamente.

El burro difiere del caballo en muchos aspectos, tanto físicos como fisiológicos y síquicos y requiere de los correspondientes conocimiento y atención. La veterinaria del caballo y del burro son distintas y existen veterinarios especializados en burros (ver bibliografía: “ Approche pratique de l´âne pour le vétérinaire”, disponible en internet).

El burro lleva el trabajo en los genes y trabaja espontáneamente si comprende lo que solicitamos de él. Al burro hay que tratarle con dulzura y cariño, sin agresividad. Nuestra relación con él se basa en la confianza mutua y el cariño. La voz y el gesto firme son suficientes para la reprimenda y solo se precisa con burros jóvenes y ardientes. En una gran mayoría de casos un burro que no obedece es porque no entiende lo que le pedimos y es por error nuestro. Los ejercicios sosegados y reiterativos son el mejor aprendizaje para el animal y su dueño. En todo caso, el “amo” es siempre el “dominante” en la jerarquía de los burros, lo que ha de quedar claro con burros jóvenes y juguetones y con sementales ardientes. Ambientes nuevos y situaciones inhabituales pueden estresar e inhibir al burro que debe ser educado para diferentes circunstancias. La educación del burro es objeto en Francia de muchas exhibiciones y concursos que muestran y premian la compenetración entre burro y dueño. Al burro le gusta trabajar y hacer vida social. Tener un burro es un compromiso importante pero muy gratificante. Pero el burro no es ni un juguete ni un capricho. Tiene mucho de persona con sus necesidades afectivas. Cuando se deprime o está enfermo, la procesión va por dentro y solo un ojo avizor y un profundo conocimiento de este compañero permiten un diagnóstico precoz. Dicen los que saben que el burro, como presa de depredadores en su estado silvestre, sabe disimular al extremo sus debilidades para no llamar la atención. Dicen que es un estoico.

Conseguir un buen entendimiento con su burro es gratificante y saludable para ambos; el sosiego, cariño y fidelidad del animal  tienen también virtudes terapéuticas, sobre todo en nuestro mundo ajetreado: el burro vive a un ritmo tranquilo, sin prisas. Compatibiliza muy bien con el movimiento “slow”.

 El burro, un animal doméstico

El burro o asno (Equus africanus asinus) es un animal doméstico de la familia de los équidos. Los ancestros salvajes africanos de los burros fueron domesticados por primera vez a principios del V milenio antes de Cristo, prácticamente al mismo tiempo que los caballos de Eurasia, y desde entonces han sido utilizados por el hombre como animales de carga, tiro y cabalgadura, siendo todavía la principal fuerza motriz en muchas regiones del globo (Asia, África y América del sur). La aparición de la maquinaria agrícola ha supuesto un descenso considerable en sus poblaciones en los países llamados “ricos”. Pero precisamente es en estos países dónde el burro está pasando a convertirse en un preciado animal de compañía, con usos recreativos (paseo, senderismo), terapéuticos (asinoterapia, mediación) e incluso económicos (cosmética, leche, queso) y ambientales (desbroce para evitar incendios), etc.

 Las razas de burro

Existe una gran variedad de razas de burro, de muy diferentes tamaños y colores.

Para que un burro se identifique como perteneciente a una raza reconocida, debe estar registrado como tal. En caso contrario, se denomina “burro común”. Los burros comunes representan más del 95% del censo asnal. En España están reconocidas seis razas: el burro Andaluz , el Asno de las Encartaciones (País Vasco y Santander), el burro Zamorano-Leonés, el burro Catalán,  el burro Mallorquín (Baleares)  y el burro Majorero (Canarias). El más pequeño es el asno de las Encartaciones que mide entre 105 y 120 cm en la cruz y el más grande es el burro catalán, de hasta 160 cm. En Francia están reconocidas otras 7 razas. El cruce de yegua con burro da lugar a mulas y mulos que son estériles, muy apreciados para el trabajo, más fuertes que los burros y más rústicos que los caballos. El cruce de burra con caballo, más raro, recibe el nombre de burdégano.

 Alojamiento y comida

El burro es un animal rústico y su alojamiento es muy variable según regiones. En las zonas más húmedas, el burro puede permanecer todo el año en un prado, alimentándose de hierba y otros vegetales (una hectárea por animal). El burro puede ser alojado en una cuadra o un prado pero necesita cobijo contra la intemperie y un rincón oscuro para, en verano, librarse de las moscas que le resultan muy molestas. La comida debe ser  variada pero no demasiado rica, de alfalfa, paja, heno, hierba, hojas verdes o secas (otoño) y ramajes (olmo, olivo). Como es natural, si el burro trabaja con regularidad, la alimentación ha de ser más abundante, lo mismo que para las burras gestantes y lactantes. Además de su dieta habitual, es bueno que el burro tenga siempre a disposición forraje poco calórico, por ejemplo, paja. Además de cuadra, es bueno que el burro disponga de un espacio de esparcimiento para corretear y relacionarse. Sobretodo, los burros jóvenes.

En su ambiente natural, el burro puede dedicar hasta 16 horas al día en comer, a bocados pequeños, hierba y matorral, caminando casi siempre con la cabeza cerca del suelo.

Al ser el tubo digestivo muy largo, como en los demás équidos, el tracto digestivo puede tardar hasta 72 horas. De esta manera, la energía empleada hoy proviene de la comida de antes de ayer; para un animal que ha de trabajar, la alimentación se ha de planificar.

El forrage que come el burro puede tener un porcentaje de humedad muy variable, desde un 14% en heno o paja, hasta un 90% en hierba verde recién cortada.

Un equido en reposo (sin trabajar) consume alrededor de 1,3 kg de materia seca al día para cada 100 kg de peso. Cuando trabaja, la cifra aumenta hasta 2,3 kg. El burro recupera entre 1,5 y dos veces más energía del forraje que un poni del mismo peso. De esta manera, los aportes alimenticios recomendados para un burro serán un 25% menores que para un caballo del mismo peso. A groso modo se puede decir que un burro necesita 1kg de alimento en seco para cada 100 kg de peso. Un burro de tamaño pequeño, de 150 kg, necesita pues 1,5 kg de heno al día, que en verde serian 7,5 kg de hierba fresca. Estas cifras dan una idea bastante exacta de las necesidades alimenticias de un burro. Conviene que la ración diaria, fraccionada en hasta tres comidas en burros estabulados, sea variada. Hierba fresca, heno, paja (de trigo o cebada; la de maíz no les gusta mucho), alfalfa, grano (maíz, trigo, avena, cebada, pero de forma moderada y para burros que trabajan o burras gestantes y/o lactantes), ramajes, restos de huerto y de poda, hojas de otoño: al burro le gusta la variedad pero hay que racionarla.

La obesidad no es conveniente y se detecta por los depósitos de grasa, sobre todo, en el cuello. Es un defecto de burros sedentarios y bien alimentados.

En cuanto a ramajes, al igual que las cabras, comen olmo, fresno, rosal y un largo etc. No gustan de la hiedra, ni del ciprés. Se comen el aligustre, pero a los pocos días de cortarlo, más que fresco pues es muy fuerte y debe contener toxinas, sobre todo el aligustre del Japón. De este último les encanta la corteza, igual que la de otras maderas (chopo, frutales…) y pelan completamente las ramas con los dientes.

Como es lógico, cuanto más verde comen, menos beben; pero en todo caso necesitan agua fresca y limpia a discreción.

 La reproducción

La característica más destaca es la larga duración de la gestación, de alrededor de 12 meses, a veces, 13. Los partos múltiples son muy raros. Si la burra lleva dos embriones, suele perder uno, de forma natural y no traumática. El burro entero es sexualmente muy activo. En un rebaño, el cupo suele ser de cuatro burras para un burro. Dos burros enteros no criados juntos pueden pelear de forma muy violenta.  Las burras pueden volver a coger el celo a los cinco días de parir; algunas veces no lo vuelven a coger hasta el destete del burrito, a los seis meses.

 Tiro y carga tradicionales

Tradicionalmente el burro es un animal para todo tipo de cargas y porteo de personas. Se utiliza también para el tiro de carros pequeños, de dos o cuatro ruedas, pudiendo arrastrar una carga de hasta 500 kg.  Al igual que los caballos, los burros se pueden enganchar de forma individual (enganche de varas) o múltiple (tronco, tándem).

Los mejores aparejos son los que se hacen “a medida”. Para burro se pueden usar aparejos de poni pero las proporciones corporales son diferentes. En el mercado existen aparejos específicos para burro, pero más bien en Francia (ver internet, por ejemplo, la marca Randoline, con web en castellano).

 El burro en la literatura y el arte.

Sorprende la importancia que tiene el burro en la literatura, pues son numerosos los autores que, a lo largo de los tiempos, se han dejado cautivar por los encantos del animal, siendo una obra cumbre “Platero y yo” de Juan Ramón Jiménez. En el Quijote, destaca la estrecha relación entre Sancho Panza y su Rucio. Igualmente, el burro está bien representado en la obra de Goya, especialmente en los grabados (Caprichos, Desmanes…). Recordar, como no, “Les mémoires d´un âne” (Las memorias de un burro), de la Comtesse de Ségur, y cuentos populares tales como Piel de Asno de Charles Perrault y un largo etc.

 El burro en la cultura popular

La convivencia secular de la humanidad con este entrañable animal ha impregnado la cultura popular, llena de refranes y dichos. El termino “burro” se emplea de manera peyorativa haciendo referencia al comportamiento del animal ante situaciones anómalas.

 Los nuevos usos del burro

El burro se utiliza para el porteo de mochilas y de niños en la práctica del senderismo. Cada vez está más presente en el Camino de Santiago, para aliviar y acompañar al viajero. Existen granjas de cría de burras de ordeño para la producción de leche (consumo humano, cosméticos). El burro se utiliza para prácticas terapéuticas con personas con problemas de integración social (mediación, asinoterapia). Resurge el uso agrícola del burro en superficies reducidas y para la agricultura ecológica, sobre todo de hortalizas y especialmente en invernaderos. Cada día aparecen nuevos usos, pero el principal no deja de ser el de animal de compañía para disfrutar con su carácter dócil,  su fácil manejo y su entrega al trabajo.

 ¿Burro o caballo?

Quien elige tener un burro en lugar de un poni o de un caballo lo hace por motivos distintos pero y sobre todo por lo siguiente:

–          Menor coste de mantenimiento

–          Alojamiento más modesto

–          Otro tipo de relación persona-animal

 Consejos prácticos

El burro, como cualquier mascota, debe ser atendido convenientemente y los cuidados dispensados de forma adecuada se traducirán por un buen estado de salud física y síquica que nos permitirá disfrutar de nuestro burro en un ambiente de sosiego. Lanzarse a la aventura de tener un burro sin conocimientos previos entraña ciertos riesgos por los errores que se pueden cometer en cuanto al trato con el animal, su alojamiento, alimentación o soledad. En España todavía, a penas existen veterinarios especializados, ni tampoco herradores, por lo que el propietario de un burro debe tener conocimientos mínimos en cuanto a cuidados básicos. Los especialistas coinciden en que, debido a su estoicismo, el diagnóstico precoz de cualquier afección en un burro solo se consigue por la pericia del dueño y su conocimiento del animal. 

 Problemas a evitar

–          Nunca juntar dos sementales: las peleas son muy violentas, con coces y mordeduras.

–          Al llevar al burro a la par, cuidado con los pisotones, no serán voluntarios, pero si dolorosos.

–          Ojo con dar golosinas con la mano: que el burro no confunda dedos con comida.

–          Aunque mimemos un burrito juguetón, no dejar que se exceda, mordisqueando, alzando las patas etc. Son malas costumbres para el futuro.

–          Un burro joven al que se deja suelto sale corriendo dando coces con las patas traseras, de pura alegría. Ojo con no estar demasiado cerca.

–          El burro sabe dar coces de manera precisa, por ejemplo, para quitarse una mosca de la tripa. Estar atento y fuera de alcance.

–          Tener un semental en un rebaño puede suponer un acoso excesivo para burras y pollinos (con los que el burro intentará aparearse), dando lugar a accidentes tales como ruptura de miembros o desencajes de cadera. Un semental puede convivir con burras adultas siempre que estas tengan espacio y vigor suficientes para mantenerlo a raya. Los machos se suelen castrar entre los 6 y los 18 meses si no han de ser usados como sementales.

 Bibliografía, webs etc.

 Approche pratique de l´âne pour le vétérinaire. Tésis doctoral. Jenny Hary, Université Claude- Bernard. Lyon (Francia). Leída el 10 de octubre de 2010.

Utilisation des ânes pour la traction et le labour. Agrodok 35. Luurt Oudman. Fondation Agromisa, Wageningen, 2004.

Valores bioquímicos en sangre de burros antes y después del trabajo. Aline S. de Aleja; Jan.Bouda; Alfredo López C y Horacio Chavisa H. Universidad de Méjico, 2001.

Harnessing and hitching donkeys, mules and horses for work. R. Anne Pearson, Tomothy E.Simalonga and Rosina C.Krecek. Centre for Tropical Veterinary Medecine. University of Edinburgh, UK.2003.

Relaciones genéticas entre razas asnales españolas a partir del análisis de marcadores microsatélite. JA Aranguren-Mendez, J.Jordana y M. Gómez. Facultad de Veterinaria de Barcelona. 1994?

Situación actual de la población asnal autóctona española. Rodero E.; M.Valera; M.Herrera; M Gómez y J.Galisteo. Universidad de Córdoba, 1998.

Harnessing guidelines for single donkey carts. Henk Dibbits. Department of Development Cooperation, Institute of Agricultural and Environnmental Engineering (IMAG-DLO) PO Box 43

Wageningen The Netherlands. 1997.

Harnessing systems for donkeys in Zimbabwe, by Bertha Mudambari. Institute of Agricultural engineering, PO Box BN 330, Borrowdale, Harare, Zimbabwe, 1997?

Manuel de traction animale moderne. Association PROMATA. Programa Europeo Leonardo Da Vinci,

2013.

Tratado del burro y otras bestias.  Alberto Del Campo Tejedor . 586 páginas. Editor: Aconcagua Libros, S.L.; Edición: 1 (9 de noviembre de 2012). El burro y su simbología a través de los tiempos.

“Les Cahiers de l´âne”, revista trimestral francesa especializada y divulgativa.

“L´asinerie du net” Una página web para los amigos del burro.

Ver también las páginas web de las razas, del Refugio del burrito en España etc.

Desde la asociación del Zamorano Leonés se imparten cursos de formación.

La asociación PROMATA también tiene formaciones específicas de tiro animal y uso de sus propias herramientas modernas.